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La mayoría de las veces nos sorprenden, captando nuestra atención y ofreciendo, de hecho, un espectáculo: pero ¿qué había (o no había) en su lugar antes?
Las observamos de reojo, sin saber al principio si nos gustan o no, nos preguntamos para qué sirven realmente. Con el tiempo aprendemos primero a acogerlas y luego a admirarlas: ahora forman parte de nuestro entorno, son parte de nosotros. En resumen, se hacen querer.
Las instalaciones arquitectónicas temporales son como cometas: iluminan espacios desconocidos, transformando sus equilibrios y sorprendiendo a quienes los viven. Su poder es redefinir y regenerar, compartir funcionalidad, elegancia y diseño.
¿Y después? Pues nada, los eventos terminan, el cometa pasa, las luces se apagan.
¿Tiene que ser necesariamente así?
Lo Temporal se Vuelve Permanente, Dentro de Nosotros
La arquitectura efímera, como lo anuncia sin rodeos su propio nombre, no tiene larga vida. Es frágil, perecedera.
Literalmente significa “que dura solo un día”.
La escenografía de una fiesta, de un evento, de una temporada, lleva en sí la “promesa” de desaparecer. Y sin embargo, sin ella, en nuestra memoria de espectadores la experiencia queda coja, sin anclaje visual ni espacio donde dejar moverse al recuerdo.
Por eso la arquitectura efímera, la que dura un solo día, tiene el deber (que es también una promesa, pero sin comillas) de hacerse recordar en su breve aparición.
Y de recuperarse.

¿Qué recrea una obra que, además de permanecer en la memoria, revive también en los materiales y en el espacio? Cuando sus elementos vuelven a funcionar en otro lugar, cambiando de forma, de destino, de atmósfera.
La sostenibilidad abandona su evanescencia tan explotada de ser solo una declaración de intenciones y encarna el gesto concreto: reduce, regenera, reinventa.
[A partir de aquí, se recomienda continuar la lectura del artículo con la canción “3 R Song” de Jack Johnson de fondo. Es una versión de una canción infantil: ¿no sientes las ganas de volver a empezar, una y otra vez?]
Open for Maintenance: El Pabellón de Alemania 2023
Un proyecto para la Bienal de Arquitectura de hace algunos años, concebido y realizado como un banco de materiales: un espacio construido íntegramente con materiales recuperados en Venecia – y más allá de la isla – de otras exposiciones e instalaciones.
Entre los materiales reutilizados también se encontraban los suelos Nesite, diseñados originalmente para el Pabellón de EE.UU. 2022 y para la artista Simone Leigh, la primera mujer afroamericana en representar a Estados Unidos en la Bienal de Venecia.
En aquella ocasión, Nesite había proporcionado un pavimento técnico robusto y tenaz para sostener e integrar adecuadamente las esculturas de la artista. Esas mismas superficies, que habían acogido y protegido obras de arte, regresaron en la nueva narración de Open for Maintenance, demostrando que la calidad y la estética no se pierden en el proceso de reciclaje, sino que se adaptan y transforman en nuevos contextos
Una revolución en su sencillez: una exposición de arte nunca termina realmente, sino que evoluciona en otras formas de sociabilidad, entretenimiento, estudio y reflexión. Los materiales vuelven a estar disponibles para nuevos proyectos y ciclos de vida. Para otras personas.
Lo contrario de lo “desechable”, lo contrario del propio “usar”.
Most to least viewed: El Monumento Conectivo
Otra historia de reutilización circular – o mejor dicho, perpetua – es Most to least viewed de Eva y Franco Mattes.
El proyecto nació con un objetivo claro: ser itinerante.

La instalación fue realizada con pavimentos técnicos Nesite, modulares e integrables por naturaleza, un sistema que permite a quienes crean arte recomponer y reinventar el espacio expositivo en cada nueva ocasión.
El tema abordado por la instalación es el de las trampas de la web, el uso invisible de nuestros datos, evocado a través del mundo misterioso y oculto de los servidores — el mismo contexto para el que nació el pavimento técnico Nesite.
La tecnología se convierte en lenguaje artístico: la superficie que normalmente sostiene infraestructuras digitales se transforma en escenografía crítica, parte viva de la obra, un soporte narrativo que viaja junto al arte, dispuesto a cambiar de piel, de estructura y de significado.
Una y otra vez.
Hasta llegar a Praga (y quién sabe dónde más) para Poetics of Encryption, llevando sobre sus espaldas los pasos del tiempo y las experiencias ya vividas.
Monumento Conectivo, este es el nombre ideado por Eva y Franco para el pavimento perpetuo Nesite: una materia que revive en el espacio y en el tiempo, capaz, a través de su propio cuerpo, de reconectar lugares, historias y personas.
La filosofía del cometa que no se apaga
Diseñar arquitectura efímera sostenible significa pensar con visión de futuro: es un acto de cuidado que requiere la colaboración de todas las figuras profesionales implicadas, arquitectos, empresas, artesanos y comisarios.
Significa imaginar el viaje de un panel, de una viga, de una losa más allá – muy más allá – de su primer uso.
La diferencia entre un evento que deja un legado para vivir y otro que genera desechos y residuos está en la capacidad de resucitar la misma materia. Y cada vida añadida es un respiro más para nuestro Planeta.
Las instalaciones arquitectónicas sostenibles son cometas perpetuos, cuya estela luminosa no se apaga sino que es deseada y recogida por otras personas igualmente visionarias.
El reciclaje y la regeneración no restan nada al encanto de lo temporal: lo amplifican, lo hacen memorable y parte de una economía creativa.
Porque la verdadera plenitud no es – solo – ver nacer una obra, sino presenciar, y si es posible participar en, su renacimiento.
Una y otra vez.
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Textos de Chiara Foffano – Ilustraciones de Ariele Pirona